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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

La economía de los humildes: los clubes de barrio y sus estrategias para no decaer

Defensores de Gaboto, de Merlo, Balcarce de Ciudadela, 12 de Octubre de Quilmes y muchos más. En todo el país-y en el Conurbano en particular-estas entidades barriales luchan a brazo partido para no cerrar sus puertas. ANUNM indagó en cómo son sus finanzas y de qué manera aguzan el ingenio para cubrir sus gastos.
Foto gentileza Diego Indicky, Club 12 de Octubre de Quilmes

Son instituciones que podemos encontrar en cada rincón del país. En el Conurbano bonaerense despiertan pasiones y alojan a muchísimos niños y niñas, que en aquellas instituciones realizan actividades deportivas. Pero, como en toda entidad, la economía es un pilar fundamental para que estas existan y así ofrecer un lugar de recreación para los vecinos. Como bien cuenta Jorge Bragulat, economista y director de la Diplomatura de Economía Social y Clubes de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF): “Los clubes forman parte de la economía social, son entidades sin fines de lucro y de gestión democrática con un fin social y para cumplirlo son necesarios objetivos económico. Si eso no sucede, ese fin social se diluye o no se cumple”. Ahora bien: ¿cómo resisten esta época tan dura? ¿Cuáles son los mecanismos mediante los cuales obtienen ingresos y siguen a flote?

Las características de estos clubes son variadas tanto en infraestructura, ingresos y organización. “Hay dos clases de clubes. Por un lado, los que tienen grandes infraestructuras, muchos socios y se sostienen con la cuota y las actividades que son rentadas como piletas, cancha de tenis y más. Por el otro, existen los que son más de la periferia, donde no existe cuota o es mínima, donde se generan ingresos con el buffet en las jornadas y los profes y delegados se encargan de la economía. A veces alquilan para alguna fiesta si hay saloncito, pero principalmente lo que recaudan es del buffet”, comenta Diego Indicky, Presidente del Club 12 de Octubre de Quulmes, responsable territorial de Buenos Aires de la Unión Nacional de Clubes de Barrio.

Estas formas de sustentación se ven reflejadas en las palabras de Andrés Galeano, entrenador de fútbol en el Club Balcarce del Barrio Ejército de los Andes en Ciudadela: “El club se sostiene con las cuotas de los chicos, después con las entradas de los sábados o domingos si se juega, todo para pagar la luz, el gas y también el hospital por si le pasa algo a los chicos”. También comenta las formas de administrar los ingresos Patricia Yanguas, secretaria del Club Defensores de Gaboto de Merlo. Ella informa: “El club es chico, pero esta vez hubo un gasto grande que fue poner la cancha de césped sintético, llevó muchísima plata y la forma de sustentarlo es con lo que se recaudó de buffet y con torneos que se organizaron. Después se pidieron préstamos y los estamos devolviendo con lo mismo, buffet, torneos, entrada y alquiler de la cancha”.

“Nosotros contamos con gastos fijos por mes, como son la luz, el seguro médico para los más de 220 chicos que tenemos, emergencias médicas, las ligas, pintura para marcar la cancha cada jornada y mantenimiento”, explica Silvina Gómez, tesorera actual de la escuelita y encargada de la administración del Club Parque Irigoyen de General Rodríguez. Según estos testimonios los gastos que se presentan a los clubes son relativamente parecidos, coincidiendo con la visión de Diego Indicky: “Mantener las instalaciones son los gastos que más pesan en los clubes. Los últimos 4 años aumentaron mucho las tarifas y se llevan el 40 por ciento de la economía del club aproximadamente”, dice el dirigente del club quilmeño.

¿Son estas las formas más pertinentes para afrontar la economía de un club?

Según Bragulat, es importante “hacer una distinción entre una cuota uniforme que funcione como aporte de socio para la obtención de un presupuesto y una cuota fija como todos los clubes. De esta forma se ponen a la altura de los precios de los productos y los precios son acorde al barrio. Para los clubes pequeños o humildes es un error, pero culturalmente funciona así. El que puede poner un poco más no lo hace y el que no llega con la plata no alcanza la categoría de socio y ahí se desaprovechan posibilidades y recursos de las personas, en sí es una mala implementación. El objetivo es social en materia de salud y deporte, y para esto necesitas recursos materiales y de capacitación para los directores técnicos y quienes diseñan las actividades, descontando los aportes voluntarios, que no aparecen en los balances”.

La encargada de la administración del Club Parque Irigoyen comenta cómo funciona el manejo económico de su club: “Nuestros ingresos por el momento nos dejan cubrir los gastos fijos y lo que nos va quedando lo vamos invirtiendo en infraestructura. Cobramos una cuota a los padres de 300 pesos al mes. Solo el 45 % o 50% abona esa cuota. Con lo que se recauda de las jornadas se cubre lo del  árbitro y lo que queda se invierte nuevamente para la próxima jornada. Además, este mes hicimos una rifa con el propósito de hacer una galería. Vivimos al día, no nos sobra ni tampoco nos falta lo necesario”.

Por su parte, Yanguas cuenta cómo se organizan para que las actividades se lleven a cabo: “Los profes de fútbol o hockey se contratan mediante un acuerdo y cobran una cuota mensual accesible y si alguien no puede pagar, no importa. Después el club tiene el ingreso de cuotas anuales que te dan el beneficio de ser socio del club”.

Ahora, es importante saber quiénes aportan y quiénes no a estas economías.

“Para comprender la economía de los clubes también hay que hacer un balance social. Los padres arreglan arcos, picaportes, alambrados, baños etcétera. Si sumamos la cantidad de dinero que se necesitaría para realizar esas acciones sería considerable.  Creemos que habría que cuantificar y dar a conocer la acumulación de dinero ahorrado con estos aportes para que la comunidad y los municipios estén al tanto”, afirma el director de la diplomatura de la UNTREF. Junto al responsable bonaerense de la Unión Nacional de Clubes coinciden en que los municipios deberían considerar estar más pendientes de las condiciones de estas entidades.

“Los municipios a veces hacen reconocimientos y asisten a los clubes. Depende mucho de la decisión política, de lo contrario pasa por el ingenio que presente cada club en las jornadas, con rifas, recitales, o polleadas los fines de semana. Los clubes siempre están al servicio de la comunidad y por eso creemos que es importante que se los ayude, ya que cuando dan jornadas solidarias no les preguntan si tienen o no la documentación en regla. Los clubes más humildes fueron los que abrieron la puerta para cocinar y que los socios y los vecinos puedan tener un plato de comida”, dice Diego Indicky.

Esta falta de los municipios se hace presente en la mirada que dan quienes se encargan de administrar los clubes. “No recibimos ningún tipo de ayuda ni municipal ni provincial, todo lo que se recauda es mérito propio del club”, expresa la secretaria del club ubicado en Merlo. Lo mismo hace quién es parte del club residente en Ciudadela: “En algunos clubes que yo estuve les dan subsidios, le bajan plata o por lo menos ladrillos, cemento, pelotas y conos, pero no a todos”.

El economista especializado en economía social y clubes de barrio nos habla sobre el accionar de la gestión pública en estas zonas en cuanto a esta temática: “En general hay un triple mirada en los municipios: una muy política donde quieren tener una penetración en las conducciones de los clubes. En otros casos hay una tendencia a que el municipio absorba actividades de los clubes, lo que implica un mayor gasto público y lo tercero es lo que nosotros alegamos, que es que ellos subsidien a los clubes apoyando a potenciarlos, ya que saldría más barato que pagarle a un empleado público. Esto lo digo en favor del control por parte de la comunidad”.

Por otro lado, Indicky hace visible la existencia de límites que no permiten recibir ayuda de los municipios ya que “estos clubes no suelen tener la documentación jurídica para acceder a los programas del Estado. Creemos que es por atrasos en la ley y la burocracia que se mantiene con reglamentaciones viejas. Estos clubes son los más carenciados y no pueden pagar los papeles que se necesitan, prefieren mantener las instalaciones y actividades vigentes. Desde la Unión se están planteando estas temáticas para tener una amnistía administrativa que mejore esta cuestión, porque es muy necesario. Aunque hay que reconocer que se intenta ayudar desde el gobierno, hay que resolver primero otras cuestiones. Si tenés un pibe con hambre y sin documentos, no vas a dejar de darle de comer porque no tiene documentación. Además, de nada sirven las donaciones de pelotas o de una red para los arcos cuando no tenés agua en los baños o luz para alumbrar las canchas”.

Foto gentileza Patricia Yanguas, Club Defensores de Gaboto, de Merlo.

¿Qué implicó para estos clubes el cierre de actividades por la pandemia por covid-19?

Según Indicky, “la pandemia golpeó muy fuerte a muchos clubes, sobre todo a los que tienen grandes infraestructuras y varios empleados que regularmente están en negro o son monotributistas y cobran de esa manera lo del club. Las tarifas siguieron viniendo como si los clubes estuvieran abiertos. Hicimos varios reclamos a las empresas de los servicios desde nuestra gestión.  Por ejemplo, en el club del que soy presidente llegaron entre 60 mil y 70 mil pesos con el club cerrado y así se acumularon deudas. Entre pagar la luz y pagar a los empleados la mayoría optó por pagarle a sus trabajadores.”.

Otra realidad de un club situado en la periferia es la que nos muestra Yanguas: “Al ser un club chico no nos trajo muchos problemas económicos la pandemia porque no estamos acostumbrados a manejar mucho dinero y todo lo que se recauda es para comprar accesorios o arreglar alguna instalación”.

Jorge Bragulat, sobre la situación generada en las instituciones deportivas por la pandemia, explica: “Se han lesionado muchas actividades. La gente dejó de pagar las cuotas y las que no dejaron de pagarse es por la conciencia de la gente que sabe que debe continuar el club porque lo perciben importante y tienen actitud de pertenencia con los colores y el lugar. El club es de las pocas cosas que generan un símbolo. La pasión es irracional para lo malo, pero también para lo bueno como en este caso donde impulsa a dar ayuda económica”. Él también resume la problemática explicando que “un club de barrio es un  club con acciones e integración comunitaria en una vida de emergencia, con socios y participantes de trabajos precarios, pobres y sin profesionales, generalmente”. Queda claro que el sentido de pertenencia que tienen los vecinos es un gran impulsor para la ayuda económica que necesitan los clubes de barrio.

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