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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

“Este es un mundo donde no todos los cuerpos encajan”

Johanna Chiefo transformó su historia personal en Supernova, una serie por streaming en la que ella encarna a Nicolasa, una chica que busca superar obstáculos y mandatos.

Sin bajar nunca los brazos y con mucho trabajo, Johanna Chiefo creó y llevó adelante su proyecto audiovisual,  que hoy es Supernova. Crecer es una trampa, una miniserie de Prime Video protagonizada por ella, junto a Carolina Kopelioff y Ruggero Pasquarelli. La dirección es de Ana Katz y cuenta además con la participación actoral de actrices y actores de la talla de Nancy Dupláa, Inés Estévez, Luis Ziembrowski, Diego Cremonesi y Marina Bellati.  En esta entrevista para ANUNM, la actriz, que estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA, cuenta todo el proceso detrás de la obra, su experiencia personal a la hora de realizarla y de interpretar a  la protagonista, Nicolasa,  y la relación con su cuerpo hoy en día.

¿Cómo fue que surgió la idea de la historia original y cómo fue el proceso tanto de la serie como de la creación de tu personaje?

 Alrededor del año 2010  yo estaba conviviendo con una compañera de la Facultad, compartiendo departamento y en un momento me enamoré, me puse de novia y me dieron ganas de irme a vivir con ese novio; era re chiquita, tenía 22 años. Lo que pasó fue que a mi compañera no le cayó muy bien la noticia, por cuestiones económicas y por temas suyos, entonces ahí cuando finalmente nos separábamos su madre vino a ayudarla con la mudanza y entre caja y caja me dijo: “Sos una gorda puta, que deja a su amiga por un macho”. Esa fue la frase.  Esas dos palabras me quedaron resonando: “Gorda puta”. Una alude directamente al cuerpo y la otra a la moral, a lo que hacés con él.

Tiempo después, le conté a unas amigas y entre ellas se reían, pero no de mí, sino de la señora y lo que me había dicho. Creamos un alter ego mío, la cual tenía resueltas muchas cosas que Johanna no y empezamos a hablar de hacer unos sketches o unos videos para YouTube, y empecé a escribir.

Lo que pasó en esos primeros años de escritura, de prueba y error, fue que primero pensé que era un sketch, después un cortometraje o una serie. Pero igual, yo no conocía el formato de escritura audiovisual, el de guion, entonces realmente me llevó tiempo porque tuve que investigar un montón. Cuando ya más o menos tenía un esqueleto, busqué supervisiones que pagué de mi bolsillo a guionistas profesionales como Alberto Rojas Apel y Milva Scollo,  para darle un poco de forma y así se fue armando este proyecto, por etapas.

Primero, fueron dibujos para Facebook. Tuvimos una página de ilustraciones con ayuda de una a amiga, Marina Duro. Ella hacía ilustraciones de todo lo que a mí se me ocurría, escenas sueltas de las que hacíamos micro historias, hacía piezas ilustradas de humor gráfico y las subíamos a Facebook. En todo ese momento, me sirvió para ver qué pasaba con el público y el personaje de Gorda puta. Había sobre todo un público femenino que se reía de lo mismo que yo y yo decía: “Ahí hay algo”.

Me di cuenta que había acumulado un montón de trabajo: varios capítulos escritos, sinopsis, un tratamiento estético, idea de temporada uno y dos, y cuando me quise dar cuenta tenía una Biblia de años de investigación. Gorda puta era una comedia erótica feminista, así fue como yo la diseñé. Yo no sabía cómo empezar a buscar plata  para llevar todo esto adelante, entonces lo que hice fueron dos cosas: una fue usar la palabra, ya que para eso estudié comunicación, y entonces sinteticé esa carpeta en un pitch. Y otra cosa que hice fue lo que mejor sé hacer: trabajar.

Tuve dos trabajos durante un año, junté plata y filmé un capítulo (muy arriesgado de mi parte) junto a Sambayón Films, una productora chica que se interesó por el proyecto. En ese piloto participaron actores como Julián Kartún y Violeta Urtizberea, a los cuales llamé por mi cuenta proponiéndoles los personajes y pagándoles a todos de mi bolsillo.

Una vez que teníamos todo ya hecho, me pregunté: “¿Y ahora qué hago?”. Hernán Virués,  un productor amigo de un amigo, vio el piloto y le gustó, entonces él  se dispuso a representarme ante el INCAA para postularnos a un concurso de desarrollo de series.  Esto fue en el 2018 y ganamos el concurso. Gracias a eso las cosas se empezaron a hacer más dinámicas.

Tuve la posibilidad de hacer el pitch en Ventana Sur, un festival que se hace una vez al año,  a modo de stand-up  o charla TED frente a más de 100 personas en un auditorio de la UCA. Me expuse mucho porque hablé de cosas personales, lo actué como un show. En ese mismo momento, la plataforma de Prime Video me pidió una reunión para hablar de la serie. Me propusieron hacerla en México, con una protagonista mexicana y yo quería hacerla acá y actuarla yo.

¿Cómo siguió la historia?

Gracias a esto, a ese encuentro, se abrió una gran puerta. En los años que duró ese proceso de desarrollo con Prime Video y con Kapow, apareció Señorita Bimbo que ayudó un montón para que el material crezca, y en esos años pasaron muchísimas cosas; casi se cae varias veces y la volvíamos a remontar, fue un camino de dolor y gloria.  Luego se dio lo que yo más esperaba, que fue la incorporación de la guionista, directora y showrunner  Ana Katz y comienza a ir todo de maravilla hasta que cae la pandemia. Increíblemente, contra todo pronóstico apareció un tercer inversor que fue el Grupo Octubre, y gracias a ellos pudimos terminar de armar el sistema.

En plena pandemia tuve reuniones con Ana Katz, ella diciéndome que le mande todo lo que escribí así ella realizaba algo nuevo, yo en mi cabeza era como “tomá, escribí, es todo tuyo”. Conversaciones con ella para ver si finalmente me iban a dar la oportunidad de ser la actriz, porque hasta ese momento no estaba confirmado, pero varios factores como la incorporación de Ana, Kapow defendiendo mi lugar en el proyecto y un poco mi empuje fue lo que hicieron que decidieran que interprete a Nicolasa.

Al momento de crear la serie, ¿sentís que tuviste algún tipo de influencia cinematográfica  para la creación de Supernova y de los personajes?

Las referencias que nos dieron Ana Katz y Juan Fernández Gebauer,  los directores de la serie,  fueron: Rosetta, una película franco-belga de los hermanos Dardenne, para el personaje de Nicolasa; la Myrtle Gordon de Opening night , de ohn Cassavetes para Mimí, y para June My Own Private Idaho de Mike Waters y Tom a la ferme de Xavier Dolan. 

¿Qué dirías que compartís con tu personaje?

Ante todo la pasión por actuar, algo de la relación con el trabajo como esta cosa que tanto en mi vida personal como la de Nicolasa  todo depende de ella, y si ella no trabaja nada se mueve. Y después esto de la angustia, el exceso de sensibilidad en un mundo donde no todos los cuerpos encajan en todas las cosas, donde le cuesta como actriz tener oportunidades. De  ahí nació esta serie, más cerca no puedo estar del personaje en ese sentido.

Chiefo junto a la directora de la serie, Ana Katz, y los otros protagonistas, Carolina Kopelioff y Ruggero Pasquarelli. Foto: Marcos Ludevid.

Tanto tu personaje como el de Ruggero (June) y Carolina (Mimí), atraviesan por conflictos haciéndole frente a distintos mandatos sociales. En el caso de Nicolasa, uno de ellos es el de ser una actriz que “no encaja” con el estereotipo de cuerpo hegemónico y que a su vez, por lo que nos contás.  está en relación a lo que es tu vida como Johanna. ¿Cómo era la relación con tu cuerpo en ese momento de crear la historia y cómo es hoy en día?

 Hace unos años no me imaginaba para nada estar desnuda en una plataforma internacional por ejemplo, para nada (risas). De hecho,  hice teatro toda la vida y siempre traté de evitar exponer demasiado mi cuerpo, porque siempre tuve miles de rollos con mi cuerpo, y de rollos en el cuerpo también. Pero digo, tuve siempre una relación bastante hostil con mi cuerpo, muy sobrecargada y siempre queriendo adelgazar, y sintiendo que para ser actriz además tenía que adelgazar y tenía que tener determinadas características.

Desde los 10 u 11 años recortaba las dietas que salían en la revista y las pegaba en mi cuadernito y mi objetivo era que para el mes que viene tenía que hacer la dieta de la Luna. ¡Con 11 años, imagínate! De esa Johanna a hoy, de estar celebrando con una copa de vino en la mano porque estaba la serie al aire, y que estoy desnuda frente a millones de personas, digo: “Hay una evolución, pero no deja de ser igual un tema el cuerpo, no es indiferente, me sigue pesando, me sigue resultando una lucha y una cosa que yo decido pasarlo por arriba”.

¿Cómo  fue trabajar con la directora Ana Katz y el resto del elenco de la serie?

La verdad que fue una sorpresa, porque a los chicos como Ruggero y Carolina no los conocía y me sorprendieron gratamente con su nivel de compromiso, de compañerismo, su generosidad. Fueron muy pares en el proceso, nos hicimos re amigos. Ya desde antes del rodaje nos empezamos a juntar, a cenar,  para empezar a conocernos y fue medio amor a primera vista. 

Con el resto del elenco,  que son los actores más grandes, al principio tenía un poco de pánico, pero fue todo muy natural, fueron muy profesionales, actores que repasan el texto con vos, proponen, te escuchan, muy compañeros con una relación muy horizontal y agradable, aprendí un montón también. Además, cuando actuás con personas que admirás como que te sube la vara y decís: “Bueno, lo tengo que dar todo entonces”, así me sentí como exigida en el buen sentido.

 ¿Qué repercusiones tuviste luego del estreno?

La primera repercusión  fue que vinieron mis amigas al living de mi casa, y éramos 15 personas en un espacio chiquitito. Teníamos dos dispositivos, lo veíamos por la tele y la plataforma para darle views, y trajeron unas vinchas como de fan que decían Supernova con los colores de la serie, se tomaron ese trabajo mis amigas y mi novio cocinó unas delicias. Esa es la gente con la que cuento, siempre el primer público son ellos, festejamos como locos, me hicieron pogo.

Supernova es una invitación a pensar en la exigencia sobre los cuerpos, sobre lo que significa ser un treintañero o treintañera hoy en Latinoamérica”, dice Chiefo. Foto: Marcos Ludevid.

 ¿Te fue útil la carrera de Comunicación Social para realizar la serie?

Sin duda. Considero que un actor o una actriz cuanto más se forme, de la manera que sea, cuanto más se nutra culturalmente, mejor actor o mejor actriz va a ser.

A mí me pasó que empecé a estudiar teatro desde muy chiquita, desde los 9 años, pero cuando empecé la universidad hubo un clic. Ya de por sí, haya hecho esta carrera o cualquier otra, estudiar me hizo mejor actriz y así como también ser actriz me vino bárbaro  para la carrera de Comunicación y fueron dos cosas que sin querer se fueron nutriendo la una a la otra. Y específicamente creo que la carrera de Comunicación te brinda una capacidad reflexiva sobre el mundo y entonces a la hora de construir un personaje o hacer un guion algo de eso aparece y se pone en juego.

Después, para este perfil de actriz- productora que vengo forjando, las herramientas de Comunicación para construir una historia y de poder desmenuzar la narrativa, a qué está haciendo referencia, con qué mundo dialoga, me parece que me vinieron  bien para encarar este proyecto o los que vendrán.

 ¿Tenés en camino nuevos proyectos,  tanto como creadora, actriz y productora?

Si, justamente tengo dos proyectos. En uno estoy como co-guionista de una película donde me interesa la historia pero por el momento no se sabe si voy a actuar, y en el otro proyecto sí estoy como guionista, actriz y productora.

¿Cómo describirías Supernova en lo que significa para vos y lo que puede llegar a significar para los espectadores?

Lo que significa para mí creo que está clarísimo: es el proyecto de mi vida, en lo profesional. Y en cuanto al contenido, creo que es una invitación a pensar en la exigencia sobre los cuerpos, sobre lo que significa ser un treintañero o treintañera hoy en Latinoamérica. También invita a repensar el vínculo  entre padres e hijes porque hay mucho de eso en la serie. Y un poco sobre el fracaso como una cosa constante, latente, humana, me parece una serie que no es para nada exitista, ni canchera y no está tan decorada. Está todo bastante crudo, en el buen sentido. Es una serie que es bastante honesta sobre la vida de estos pibes, que están tratando de ver quiénes son y qué quieren.

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