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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

“Defiendo la literatura nacional a capa y espada”

La escritora Nina Ferrari, radicada en Moreno, habla de sus más recientes producciones, del mundo del teatro y de la huella que dejaron en su obra los acontecimientos de 2001 en Argentina y el movimiento feminista.
“Suave vorágine” y “Mariposas negras” son sus dos últimos libros. Foto: gentileza Nina Ferrari

El primer reflejo de vibración de las cuerdas vocales al nacer es un grito, equiparable a la manifestación vehemente de un sentimiento colectivo. Así fue como Nina se sumó a los cantos que festejaron el regreso de la democracia argentina allá por 1983. Siendo muy pequeña, aupada en el tren Sarmiento, llegó a Moreno, en donde ancló su vida.

Escritora, dramaturga, actriz, directora de teatro y  docente, Ferrari publicó un libro de microrrelatos “Mariposas negras”, la novela “Los días se volvieron cenizas” y los poemarios “Sustancia” y “Suave vorágine”, este último hace pocos meses . A continuación, ella cuenta su historia y su presente en ANUNM.

Tu primer libro, “Mariposas Negras”, es  un conjunto nutrido de microrrelatos, de lectura afable. ¿Dónde hallan su cantera narrativa?

 “Mariposas Negras” está situada en el contexto del Conurbano bonaerense. Un poco da cuenta de la realidad de este territorio tan particular. Dialoga con todas las Ninas que soy porque aparece mi experiencia, perspectiva y mirada tanto como docente pero también como militante y artista..

¿Fueron las redes sociales un camino que dio paso a la escritora?

De alguna manera, las redes sociales acercaron a la gente a la literatura; hay como una difusión muy masiva y rápida de la literatura que se celebra un montón. En mi caso me ayudó un montón porque las personas empezaron a compartir los textos y de esa manera empezaron a conocerme y a comprar los libros. Fue como un trampolín que me permitió despegar y poder tener cierta difusión independiente sin tener que depender por ahí de algunas lógicas del mercado editorial que a veces son bastante desfavorables para los autores.

“Quiebre:  la inmensa mayoría”,  la obra teatral comunitaria que dirigiste, está ambientada en la crisis del 2001. En aquel tiempo cumplías 18 años.  ¿Cómo era la Nina de ese entonces? ¿Qué hacía? ¿Cómo fue el trabajo colaborativo de esta obra teatral?

Sí, es una obra que está situada en el 2001, que  fue un tema que me marcó. Siempre fue algo de lo que yo quise escribir porque realmente fue una experiencia bisagra, hubo un antes y un después en mi vida. Creo que a toda mi generación la marcó; en ese momento tenía 17 años, estaba por empezar a estudiar y veía un panorama muy devastador. Empecé a ver el derrumbe de todas las estructuras que contenían a la sociedad, cómo avanzaba la destrucción del tejido social y también cómo desde los barrios se resistía a través de los lazos de solidaridad.

La obra da cuenta de esa experiencia y propone un diálogo con la actualidad. Tiene una perspectiva laburante; digamos que está planteada desde la clase obrera. Es un orgullo haberla  dirigido. La escribimos de manera colectiva. Fue un proceso vivo de escritura inigualable, y maravilloso.

Escribir en dramaturgia tiene la posibilidad de seguir transformando y retocando,  a diferencia del texto escrito,  que se imprime y así queda. Proponemos cuestionar las formas individualistas y neoliberales de producción artística. Aquella Nina de 17 años  fue tan marcada por esa época que años después recrea y se reconstituye a través del arte. Eso es lo maravilloso del arte.

 ¿Cómo te fuiste identificando con el movimiento feminista a lo largo de tu vida? ¿A qué escritoras nacionales contemporáneas te gusta leer?

Todo el proceso del movimiento feminista en Argentina pasó de ser una práctica muy de minorías a ser una experiencia de masas, se popularizó y por supuesto fui atravesada por ese fenómeno. Fue muy contundente lo que nos pasó a todas las mujeres y a las disidencias. Empezamos hablar de todo lo que nos había pasado durante toda la vida, a tendernos la mano, a mirarnos a los ojos y poner en palabras eso que no había sido un problema individual.

 En general, me gustan casi todas las escritoras nacionales y también los escritores, soy muy fan y consumidora de la literatura nacional. Es una maravilla la calidad literaria que manejamos en el país. Sin embargo,  no se ve la dimensión de la producción literaria. Hay muchísimo talento y gente que con poco hace mucho. Estoy muy orgullosa de todos mis compañeros y compañeras; creo que podemos ir por más, esto puede extenderse y generar una revolución de la literatura. También, creo que el pueblo puede estar leyendo y escribiendo y disfrutando de una experiencia literaria más allá de querer dedicarse profesionalmente a eso o no.

Me gustan  mucho las poetas contemporáneas Natalia Carrizo, Maru Leone y Martina Cruz,  pero también compañeras un poquito anteriores como Susana Thénon, Juana Bignozzi, y  Diana Bellessi. Me encanta toda la literatura nacional y la defiendo a capa y espada

En la presentación vía virtual de tu primera novela, “Los días se volvieron cenizas”,  hubo mucha música. ¿Cuál es el mundo sonoro que te gusta habitar cuando escribís?

Sí, hubo mucha música porque yo soy muy fanática de la música. Escucho de todo,  por supuesto que me gusta mucho el rock nacional, el folklore, la cumbia, prácticamente todo, la música en sí misma me acompaña, conmueve.  Coincido con Nietzsche: “Sin música la vida sería un error”. La realidad es que coincidió con que tengo muchas amistades que son músicos y aportaron en la presentación. En mi proceso creativo me acompaña todo lo que en ese momento me esté habitando. Voy variando.

¿Qué decir de “Suave vorágine”, tu último libro de poesía?

Este último libro corresponde a mi voz actual poética, sobre todo a mi voz lírica. Estoy contenta, tengo muchas ganas de compartirlo con los lectores. Es un libro que trabajé muy puertas adentro.

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